Nuestros Principios de FE

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“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Juan 3:16.

 

Jesús vino a este mundo oscurecido por el pecado para revelar el carácter de Dios, ser nuestro Sustituto, Garante y Salvador, triunfar sobre el mal y otorgar a sus discípulos el don del Espíritu Santo. El testimonio escrito acerca de su vida, desde su bautismo hasta su muerte, es que por doquiera que andaba hacía el bien, atendiendo a las necesidades físicas y espirituales de la humanidad.

Su vida fue un ejemplo para todos sus discípulos hasta el fin del tiempo. Vivió lo que enseñó, y los doce a quienes ordenó para dirigir se dieron cuenta, y también nosotros debemos darnos cuenta, que el poder divino sólo proviene de una estrecha conexión con Dios.

 

Estos son los 37 principios de fe, que forman nuestro credo…

 

1. Las Sagradas Escrituras

Creemos que la Biblia es la Palabra de Dios y que Él mismo es el Autor, habiéndonos revelado su voluntad en el Antiguo y el Nuevo Testamento. 1 Tesalonicenses 2:13; Salmo 119:105; Jeremías 15:16.
Ellas son inspiradas directamente por Dios, ya que el Espíritu Santo iluminó el entendimiento de los escritores. 2 Pedro 1:19-21; 2 Timoteo 3:15-17.

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Nos informan del origen de nuestro mundo y de la raza humana, de la introducción del pecado y del plan divino de redención. Sólo a través de Jesús podemos alcanzar una vida feliz y eterna en la nueva tierra.
Contienen declaraciones que nos revelan los acontecimientos pasados, presentes y futuros. Las profecías ya cumplidas son una prueba de su origen divino. Isaías 46:9, 10.
En la Biblia se nos muestra el conocimiento necesario y el camino para la salvación de nuestra alma.
Las Sagradas Escrituras, como la verdadera y completa revelación de Dios, son la única regla infalible de nuestra fe y vida

2. Dios el Padre

Creemos en un Dios eterno, omnipotente, omnipresente y omnisapiente. Él es el Creador, Gobernante y Sustentador de todo el universo. Génesis 17:1; Salmos 90:1, 2; 91:1, 2; 139:1-12; Isaías 44:6; 45:5, 6, 18; 1 Timoteo 6:16.

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Creemos que «Dios es Espíritu» y un Ser personal. Juan 4:24. A través de la creación del ser humano según «su imagen» se reveló como un Dios personal. Génesis 1:26, 27; Daniel 7:9, 10.
La fe en Cristo es el único camino por medio del cual podemos llegar a Dios. Hebreos 11:6.

3. Jesucristo

Creemos que Jesucristo es el Hijo de Dios; es la imagen misma de su Padre. Hebreos 1:1-3, 8; Colosenses 1:15; 2:9; 1 Timoteo 3:16.
a) Creemos que Jesucristo ya existía en forma de Dios en el cielo, antes de venir a la tierra. Juan 1:1, 2; Filipenses 2:5, 6; Colosenses 2:9; Juan 1:14; Miqueas 5:2.
b) Nació de la virgen María, en esta tierra, «… concebido del Espíritu Santo…’ (Mateo 1:18-23).
c) Por medio de Él creó Dios todas las cosas. Juan 1:1-3; Colosenses 1:16, 17. «Como ser personal, Dios se ha revelado en su Hijo. Jesús, el resplandor de la gloria del Padre, ‘y la misma imagen de su sustancia’ (Hebreos 1:3), vino a esta tierra en forma de hombre.» –Joyas de los Testimonios, tomo 3, pág. 263.

 

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d) Mediante su encarnación, crucifixión y resurrección, Jesús se reveló como el Salvador. Es el único Mediador entre Dios y la humanidad caída. Su vida es un ejemplo singular para toda la humanidad y especialmente para todos sus seguidores. Hechos 4:12; Filipenses 2:5-8; 1 Timoteo 2:5, 6; Hebreos 2:17; 1 Pedro 2:21; Deuteronomio 18:15; Juan 18:37.
e) Es hoy nuestro Sumo Sacerdote en el Lugar Santísimo del santuario celestial, y realiza la obra final de reconciliación. Hebreos 8:1, 2; 7:24, 25; 4:15, 16; 9:24-26.

4.  El Espíritu Santo

Creemos que el Espíritu Santo se encontró en acción desde el principio, y se encuentra constantemente en acción en la salvación. Génesis 1:2; Salmo 51:11; Isaías 63:10, 11.

La Biblia nos informa ya en sus primeras páginas sobre su actuación en los corazones de los seres humanos. Génesis 6:3.

Creemos que el Espíritu Santo es el representante de Cristo en la tierra. Él convence de pecado, lleva al arrepentimiento y a la conversión. Renueva y transforma al ser humano. Además, guía a la verdad, lleva al conocimiento de la voluntad divina, y da fuerza para la obediencia y la victoria sobre el pecado. Juan 3:5, 6; 14:16, 17; 16:13.

Una interpretación de las verdades bíblicas, conforme a la voluntad de Dios, es posible solamente por medio del Espíritu Santo (Juan 14:26; Hechos 1:8), cuya naturaleza, sin embargo,permanece como un misterio (Los Hechos de los Apóstoles, pág. 42).

Según la comisión de Jesús, el bautismo debe efectuarse en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Mateo 28:18-20.

5. El origen de la humanidad

Creemos que Dios en el sexto día de la creación creó al hombre a su imagen, perfecto y con la facultad de libre albedrío. Génesis 1:26-28.
«Su naturaleza estaba en armonía con la voluntad de Dios. Su mente era capaz de comprender las cosas divinas. Sus afectos eran puros, sus apetitos y pasiones estaban bajo el dominio de la razón. Era santo y se sentía feliz…» -Patriarcas y Profetas, págs. 25-26.

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El origen de la humanidad es comprensible. El plan divino de la creación fue tan claramente formulado, que no da ningún motivo para conclusiones erróneas.
«No existe fundamento alguno para la suposición de que el hombre llegó a existir mediante un lento proceso evolutivo de las formas bajas de la vida animal o vegetal. Tales enseñanzas rebajan la obra sublime del Creador al nivel de las mezquinas y terrenales concepciones humanas.» -Patriarcas y Profetas, pág. 25.

6. El plan de salvación

Creemos que por su desobediencia al mandamiento divino el ser humano introdujo el pecado en el mundo (Génesis 2:16, 17; 3:6), y por ello su naturaleza se hizo mala. La consecuencia del pecado es la muerte. Romanos 5:12; 6:23; Salmo 14:3; Job 14:4.

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«Dios es amor». Este amor insondable había previsto un camino de salvación para la humanidad perdida. No existía otra posibilidad, sino que Jesús tomase sobre sí la culpa y el castigo del pecado. 1 Juan 4:16; Juan 3:16; Isaías 53:4-6; 1 Pedro 2:24.
Sólo mediante la muerte vicaria de Jesús y su vida justa, es posible obtener el perdón de los pecados y la justificación. Romanos 4:25; 5:1; 3:24. Jesucristo es el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo, ya previsto por Dios antes que el mundo fuese. Juan 1:29; 1 Pedro 1:18-20.
Mediante la fe en Jesús como Salvador personal, la cual se revela en la fiel obediencia, el pecador recibe la vida eterna. La obediencia es el verdadero fruto de la salvación. Romanos 8:1-4; Juan 14:15, 21.
Por amor y agradecimiento al inconmensurable don de Dios el creyente es obediente a todos sus requerimientos mediante el poder del Espíritu Santo. Efesios 2:8, 9; Juan 15:10; 1 Juan 5:3.

7. La Ley de Dios – Los Diez Mandamientos

Creemos que los Diez Mandamientos son perfectos y como norma de vida y práctica tienen vigencia para todos los seres humanos. Eclesiastés 12:13; Mateo 5:17, 18; Romanos 3:28, 31; 7:12; Apocalipsis 12:17; 14:12.
La Biblia enseña que Dios mismo proclamó los Diez Mandamientos sobre el monte Sinaí y los escribió con su propio dedo en las dos tablas de piedra. Éxodo 31:18; 32:15, 16; Deuteronomio 4:12, 13.
Mediante el reconocimiento y la observancia de los sagrados Diez Mandamientos del Señor, manifestamos que amamos a Dios el Padre y a su Hijo. La Ley de Dios es una revelación de su voluntad y carácter. Es una imagen de la perfección divina y refleja el verdadero carácter de Dios. En la Ley se muestra especialmente el principio de amor, justicia y orden divino. Romanos 13:10; 1 Juan 5:3.
Como ella es espiritual sólo puede ser observada mediante el poder de Dios y la fe en Jesucristo. También en caso de pruebas y persecuciones la única respuesta debe ser: «… Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres» (Hechos 5:29).

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Los Diez Mandamientos que Dios promulgó (Éxodo 20:2-17), son:
I.«Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. No tendrás dioses ajenos delante de mí.»
II.«No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.»
III.«No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano.»
IV.«Acuérdate del día del sábado para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó.»
V.«Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da.»
VI.«No matarás.»
VII.«No cometerás adulterio.»
VIII.»No hurtarás.»
IX.«No hablarás contra tu prójimo falso testimonio.»
X.«No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.»

8. El cuarto mandamiento – El sábado

Creemos que el cuarto mandamiento es inmutable, igual que todos los demás, y es válido para todos los seres humanos. El sábado fue instituido por Dios después de los seis días de la creación, quien lo bendijo y santificó; y distinguió mediante su descanso. Fue dado como memorial de la creación y como día de reposo para los seres humanos; por lo tanto, es llamado también día del Señor.Dios nos ordena santificar este día por medio del descanso del trabajo, empleando su tiempo en la adoración y el servicio religioso. El sábado es al mismo tiempo símbolo de salvación, una señal de santificación, un testimonio de obediencia y una anticipación de lo que será la vida eterna en el reino de Dios. El día de reposo divino es la señal especial de sus hijos obedientes en el tiempo del fin. Génesis 2:1-3; Éxodo 20:8-11; 31:15; Levítico 23:3; Marcos 2:27, 28; Lucas 16:17.

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El viernes (día de preparación) deben terminarse todos los preparativos para el séptimo día. A él pertenecen entre otros, la preparación de la comida para el sábado, la limpieza de la vivienda, la preparación de la ropa y bañarse, para que así podamos entrar en el sábado con tranquilidad y recogimiento. Éxodo 16:23.
«Hay otra obra que debe recibir atención en el día de preparación. En ese día deben ponerse a un lado todas las divergencias entre hermanos, ora sea en la familia o en la iglesia. Expúlsese del alma toda amargura, ira y malicia. Con espíritu humilde, ‘confesaos vuestras faltas unos a otros, y rogad los unos por los otros, para que seáis sanos’ (Santiago 5:16).»-Joyas de los Testimonios, tomo 3, pág. 22.
Concerniente a los viajes, leemos: «A fin de alcanzar las iglesias que necesitan nuestra ayuda y darles el mensaje que Dios desea que oigan, puede sernos necesario viajar en sábado; pero hasta donde podamos debemos conseguir nuestros pasajes y hacer todos los arreglos necesarios en algún otro día. Cuando emprendemos un viaje, debemos hacer todo esfuerzo para evitar que nuestra llegada a destino sea en sábado.» -Joyas de los Testimonios, tomo 3, pág. 26.
En sábado hay que abstenerse de todos los viajes seculares o comerciales, y también de conversaciones y actividades de la misma índole. Los temas de conversación deben tener un carácter espiritual, de manera que sean para la gloria de Dios y la edificación del espíritu. Isaías 58:13, 14.
«Dios ha mandado que se atienda a los que sufren y a los enfermos; el trabajo necesario para darles bienestar es una obra de misericordia, y no es una violación del sábado; pero todo trabajo innecesario debe evitarse.» -Patriarcas y Profetas, pág. 302.
También requerimos que nuestros hijos sean eximidos de la asistencia a la escuela secular en sábado.
Según el orden de la creación el día empieza y concluye a la puesta del sol. Así pues, el sábado se inicia el viernes por la tarde con la puesta del sol y finaliza el sábado por la tarde con la puesta del sol. Génesis 1:5; Levítico 23:32; Lucas 4:31, 40.

9. El matrimonio

Creemos que Dios instituyó el matrimonio en el Paraíso y lo bendijo y santificó.
«De manera que la institución del matrimonio tiene como su autor al Creador del Universo. … Fue una de las primeras dádivas de Dios al hombre, y es una de las dos instituciones que, después de la caída, llevó Adán consigo al salir del paraíso.» -Patriarcas y Profetas, pág. 27.
El matrimonio fue instituido: a) para que el hombre y la mujer se ayuden y complementen uno a otro en amor (Génesis 2:18); b) para que se reproduzca la raza humana (Génesis 1:27, 28). 1 Corintios 7:1-9.
El matrimonio es un pacto que debe ser basado en el amor y la fidelidad de por vida entre un hombre y una mujer. Mateo 19:4; Malaquías 2:14 última parte. Dios estableció el matrimonio en los principios de la abnegación, el amor, el aprecio, el respeto, la disposición al sacrificio y la responsabilidad. El hombre fue creado primero; él es el guía natural y soporte de la familia. La esposa debe respetar el liderazgo del esposo, pero éste debe amar a su esposa como Cristo amó a su iglesia, por la cual dio su vida. Efesios 5:23, 25.

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El matrimonio verdadero constituye, por lo tanto, una unidad espiritual, mental y corporal: armonía de fe, corazón y cuerpo. La mujer y el hombre forman una carne. Génesis 2:24; Mateo 19:5, 6.
Creemos que los cristianos deben observar el principio de la temperancia, de modo que sus fuerzas físicas y mentales no sean sacrificadas en el altar de la pasión y las bajas concupiscencias carnales. Los consejos dados en este sentido, en la Palabra de Dios, nos indican el camino de la pureza y de una vida agradable al Señor. 1 Tesalonicenses 4:3-5.
Creemos que los miembros de iglesia no deben contraer matrimonio con miembros de otras denominaciones o incrédulos, ya que las Sagradas Escrituras consideran tal matrimonio como pecado. Deuteronomio 7:3, 4, 6; 2 Corintios 6:14, 15.
Creemos que el divorcio no está en conformidad con la voluntad de Dios. Mateo 19:3-9; Marcos 10:9-12; Romanos 7:1-3; 1 Corintios 7:10, 11.
«Entre los judíos se permitía que un hombre repudiase a su mujer por las ofensas más insignificantes, y ella quedaba en libertad para casarse otra vez. Esta costumbre era causa de mucha desgracia y pecado. En el Sermón del Monte, Jesús indicó claramente que el casamiento no podía disolverse, excepto por infidelidad a los votos matrimoniales. ‘El que repudia a su mujer -dijo él-, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio’ [Mateo 19:9]-El Discurso Maestro de Jesucristo, pág. 56. Adicionalmente, si los cónyuges se separan o divorcian, deberán permanecer sin casarse hasta que se reconcilien. 1 Corintios 7:10, 11, 39.
El voto matrimonial une «… los destinos de dos personas con vínculos que sólo la muerte puede cortar». -Joyas de los Testimonios, tomo 1,pág. 577.
Creemos además que el matrimonio debe contraerse ante las autoridades civiles y la iglesia.
Además, todos los que quieren contraer matrimonio, después de mucha meditación y ferviente oración ante Dios, deberían dejarse aconsejar por los padres creyentes y los guías espirituales.

10. La alteración de la Ley de Dios

Creemos que la profecía de Daniel 7:25, «… y pensará en cambiar los tiempos y la ley; …», se ha cumplido. Se anuló de los Diez Mandamientos el segundo que prohibe la veneración y adoración de las imágenes.

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El sábado, establecido en el cuarto mandamiento, se cambió por la introducción injustificada del primer día de la semana, el domingo, como día de reposo del estado y de la iglesia. El décimo mandamiento fue dividido en dos para restablecer de nuevo el número «diez».

11. La ley ceremonial de Moisés

Creemos que Dios dio al pueblo de Israel, a través de Moisés, diferentes estatutos concernientes al sistema de sacrificios y ceremonias del servicio del templo, los cuales ilustraban la obra redentora de Cristo. Estos eran una sombra y símbolo de las cosas futuras. La validez de esta ley finalizó cuando Jesús clamó en la cruz: «Consumado es». Hebreos 10:1; Colosenses 2:17.
«Al expirar Jesús en el Calvario exclamó: ‘Consumado es’, y el velo del templo se rasgó de arriba abajo en dos mitades,…
«El desgarramiento del velo en el templo demostró que los sacrificios y los ritos judaicos no serían ya recibidos. El gran sacrificio había sido ofrecido y aceptado,…» -Primeros Escritos, págs. 252, 259.

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Los sábados ceremoniales o de la sombra
Creemos que los sábados ceremoniales, de los cuales escribe Pablo en Colosenses 2:16, 17 y Gálatas 4:10, eran sólo sombras del sacrificio de Cristo y la salvación. No deben ser confundidos con el sábado semanal que fue dado a los seres humanos como día de reposo, el cual es el día del Señor establecido en la creación. Génesis 2:1-3; Éxodo 20:8-11; Levítico 23:3; Isaías 58:13; Marcos 2:27, 28.
La ley ceremonial incluía los siguientes sábados simbólicos:
La fiesta de los panes ázimos: La pascua precedía a la fiesta de los panes ázimos. Los días 15 y 21 del primer mes del año judío se celebraban como sábados, con descanso de todo trabajo servil. Levítico 23:5-8.
El Pentecostés o fiesta de las semanas: El día 50, calculado a partir del día 16 del primer mes, era celebrado como un sábado. Levítico 23:15, 16, 21; Éxodo 34:22.
La fiesta de las trompetas: El primer día del séptimo mes, el día del son de trompetas, era celebrado como preparación para el día de la expiación. Levítico 23:24, 25.
El día de la expiación: El día 10 del séptimo mes, conocido como día de la expiación, era considerado como gran sábado, y era el punto culminante en la serie de sábados ceremoniales. Levítico 23:27, 28, 31, 32.
La fiesta de las cabañas: Los días 15 y 22 del séptimo mes eran celebrados alegremente como sábados de la fiesta de las cabañas. Levítico 23:34-36, 39, 40.
Si Jesús, con su muerte, hubiese anulado el sábado semanal e introducido el domingo, debería existir un mandamiento explícito en la Biblia al respecto. Ni Jesús ni los apóstoles informan acerca de un cambio similar, sino todo lo contrario. Los siguientes textos lo demuestran: Mateo 5:17, 18; 24:20; Hechos 13:13, 14, 42-44; 16:13; 17:2; 18:2-4, 11.

 

12. El estado del hombre

Creemos que tras la caída en el pecado, el ser humano perdió su elevada posición ante Dios, y desde entonces todos los seres humanos se encuentran bajo el pecado y sus consecuencias. Nace ya con debilidad y tendencia al mal, y sometido al poder de la muerte.

«Su naturaleza quedó tan debilitada por la transgresión, que ya no pudo -por su propia fuerza- resistir el poder del mal. …

«Por su caída el hombre se enajenó de Dios y la tierra quedó separada del cielo. A través del abismo existente entre ambos no podía haber comunión alguna.» -El Camino a Cristo, págs. 23, 26.

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«Cuando el hombre quebrantó la ley divina, su naturaleza se hizo mala.» -El Conflicto de los Siglos, pág. 559.
«El hombre se había envilecido tanto por el pecado que le era imposible por sí mismo ponerse en armonía con Aquel cuya naturaleza es bondad y pureza.» -Patriarcas y Profetas, pág. 49.
Por lo cual la situación de todas las personas se ha tornado desesperada. Romanos 5:12; 3:10-12; 6:23; Salmo 51:5; Mateo 15:18-20; Gálatas 5:19-21; Romanos 7:18-20.

13. El ofrecimiento de la gracia de Dios

Creemos que Dios amó tanto al mundo que envió a su Hijo a este mundo para salvar a la humanidad, y aunque por doquier reinaba la corrupción y la rebeldía, ya había sido previsto un camino para salvar al hombre. Efesios 1:4; 2:8; 1 Pedro 1:19, 20.
Jesucristo nació como hombre y fue obediente a su Padre en todas las cosas. Por su vida y su muerte vicaria fue creada la base de la reconciliación y redención. Fue resucitado para nuestra justificación, y ascendió al cielo para reconciliar al pecador arrepentido con Dios y justificarlo en el Santuario celestial, por medio de su sangre derramada y su justicia. A través de esta acción salvadora se muestra la justicia y la bondad de Dios. Nuestro pecado fue condenado en Cristo, y al mismo tiempo nos fue mostrado el camino del perdón. Romanos 3:24.

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«Lo que Dios nos indica y concede es ilimitado. El trono de la gracia es en sí mismo la atracción más elevada, porque está ocupado por Uno que nos permite llamarle Padre. …
«Tan pronto como un hijo de Dios se acerca al propiciatorio, llega a ser cliente del gran Abogado. Cuando pronuncia su primera expresión de penitencia y súplica de perdón, Cristo acepta su caso y lo hace suyo, presentando la súplica ante su Padre como su propia súplica.
«A medida que Cristo intercede en nuestro favor, el Padre abre los tesoros de su gracia para que nos los apropiemos, para que los disfrutemos y los comuniquemos a otros.» -Joyas de los Testimonios, tomo 3, págs. 29, 30.
Creemos que por medio de la gracia nos convertimos en hijos de Dios, y que ésta obra nuestra redención, nuevo nacimiento y aceptación como coherederos con Cristo. Tito 2:11; Juan 1:16; 1 Pedro 1:13.
La gracia es un favor inmerecido. Consiste en que Dios entregó a su Hijo a la muerte en lugar nuestro, para que por su sangre derramada y su justicia, el pecador penitente pueda subsistir ante Dios. 1 Juan 1:7.

14. Cristo nuestra justicia

Creemos que sin la justicia de Jesucristo ningún ser humano mortal puede subsistir ante el Dios santo. El profeta Isaías se expresa del siguiente modo: «Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; …» (Isaías 64:6).
Para aclarar este asunto importante en nuestra vida de fe, citamos a continuación algunos Testimonios:
«Puesto que somos pecadores y malos, no podemos obedecer perfectamente una ley santa. No tenemos justicia propia con que cumplir lo que la ley de Dios exige. Pero Cristo nos preparó una vía de escape. Vivió en esta tierra en medio de pruebas y tentaciones como las que nosotros tenemos que arrostrar. Sin embargo, su vida fue impecable. Murió por nosotros, y ahora ofrece quitar nuestros pecados y vestirnos de su justicia.» -El Camino a Cristo, pág. 62. Romanos 5:1; 1:16, 17; 3:23, 24.
«‘¿Qué es justificación por la fe? Es la obra de Dios de echar al polvo la gloria del hombre y hacer por él lo que no está en su poder hacer por sí mismo. Cuando los hombres reconocen entonces su propia nulidad, están preparados para ser revestidos con la justicia de Cristo.’ Review and Herald, 16 de septiembre de 1902.» -Cristo Nuestra Justicia, por A.G. Daniells, pág. 86.

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«Así tienen remisión de los pecados pasados, por la paciencia de Dios. Más que esto, Cristo imparte a los hombres atributos de Dios. Edifica el carácter humano a la semejanza del carácter divino y produce una hermosa obra espiritualmente fuerte y bella. Así la misma justicia de la ley se cumple en el que cree en Cristo.» -El Deseado de Todas las Gentes, págs. 710-711.
«Por su perfecta obediencia ha hecho posible que cada ser humano obedezca los mandamientos de Dios. Cuando nos sometemos a Cristo, el corazón se une con su corazón, la voluntad se fusiona con su voluntad, la mente llega a ser una con su mente, los pensamientos se sujetan a él; vivimos su vida. Esto es lo que significa estar vestidos con el manto de su justicia. Entonces, cuando el Señor nos contempla, él ve no el vestido de hojas de higuera, no la desnudez y deformidad del pecado, sino su propia ropa de justicia, que es la perfecta obediencia a la ley de Jehová.» -Palabras de Vida del Gran Maestro, págs. 253-254.
«Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al espíritu. … ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros» (Romanos 8:1, 34; Jeremías 33:15,16).
«‘La justicia por la cual somos justificados se nos atribuye. La justicia por la cual seremos santificados nos será concedida. La primera nos hace pretendientes del cielo y la segunda nos hace apropiados para entrar en él.’ Review and Herald, 4 de junio de 1895.» -Cristo Nuestra Justicia, por A.G. Daniells, pág. 82.

15. El arrepentimiento

Creemos que por la influencia de la Palabra de Dios y la obra del Espíritu Santo, el ser humano llega al reconocimiento de su condición perdida. Salmos 32:1-5; 51:3, 4; Juan 16:7, 8.
«El arrepentimiento comprende tristeza por el pecado, y abandono del mismo. …
«Pero cuando el corazón cede a la influencia del Espíritu de Dios, la conciencia se vivifica y el pecador discierne algo de la profundidad y santidad de la sagrada ley de Dios, fundamento de su gobierno en los cielos y la tierra. …

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«No renunciamos al pecado a menos que veamos su pecaminosidad. Mientras no lo repudiemos de corazón, no habrá cambio real en nuestra vida.» -El Camino a Cristo, págs. 23, 24. Ver 2 Corintios 7:10.
No podemos ni siquiera arrepentirnos sin que el Espíritu Santo despierte nuestra conciencia, así como tampoco podemos recibir perdón de nuestros pecados sin Cristo.

16. La confesión de los pecados

Creemos que todos los que confiesan su iniquidad, reciben perdón y justificación, pues Jesús por medio de su sangre ruega en favor de cada alma arrepentida. 1 Juan 1:9; 2:1.
«El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia» (Proverbios 28:13).

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«El Señor no nos exige que hagamos alguna cosa penosa para obtener el perdón de nuestros pecados. No necesitamos hacer largas y cansadoras peregrinaciones, ni ejecutar duras penitencias, para encomendar nuestras almas al Dios de los cielos o para expiar nuestras transgresiones, sino que todo aquel que confiese su pecado y se aparte de él alcanzará misericordia. …
«La verdadera confesión es siempre de un carácter específico y reconoce pecados particulares. Pueden ser de tal naturaleza que sólo puedan presentarse delante de Dios. Pueden ser males que deban confesarse individualmente a los que hayan sufrido daño por ellos; pueden ser de un carácter público, y en ese caso deberán confesarse públicamente. Pero toda confesión debe hacerse definida y directa, para reconocer en forma definida los pecados de los que uno sea culpable.» -El Camino a Cristo, págs. 37, 38.

17. El nuevo nacimiento

Creemos que un ser humano que entrega su vida a Jesucristo y le acepta como su Salvador personal experimentará el nuevo nacimiento. Juan 1:12-13.
«Cuando el Espíritu de Dios se posesiona del corazón, transforma la vida. Los pensamientos pecaminosos son puestos a un lado, las malas acciones son abandonadas; el amor, la humildad y la paz, reemplazan a la ira, la envidia y las contenciones. La alegría reemplaza a la tristeza, y el rostro refleja la luz del cielo. … La bendición viene cuando por la fe el alma se entrega a Dios. Entonces ese poder que ningún ojo humano puede ver, crea un nuevo ser a la imagen de Dios.» -El Deseado de Todas las Gentes, pág. 144.

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«De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas» (2 Corintios 5:17).
«El contraste entre lo que eran antes y lo que son ahora será muy claro e inequívoco. …
«En el corazón regenerado por la gracia divina, el amor es el móvil de las acciones.» -El Camino a Cristo, págs. 58, 59.
«En el nuevo nacimiento el corazón viene a quedar en armonía con Dios, al estarlo con su ley. Cuando se ha efectuado este gran cambio en el pecador, entonces ha pasado de la muerte a la vida, del pecado a la santidad, de la transgresión y rebelión a la obediencia y a la lealtad. Terminó su antigua vida de separación con Dios; y comenzó la nueva vida de reconciliación, fe y amor.» -El Conflicto de los Siglos, pág. 521.
«La regeneración es el único sendero que da acceso a la ciudad de Dios.» -Joyas de los Testimonios, tomo 3, pág. 292. Juan 3:3-8; 1:12, 13; 1 Pedro 1:23; Santiago 1:18; 2 Pedro 1:3, 4.

18. El bautismo Bíblico

Creemos que el bautismo es el pacto de una buena conciencia con Dios. La comisión de Jesús a su iglesia fue: «… id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; …» (Mateo 28:18-20).
Cristo ha instituido el bautismo como la señal de entrada en su reino espiritual. Este rito simboliza la sepultura y la resurrección de Jesús, así como la sepultura del viejo hombre y la resurrección a nueva vida en Cristo. Hechos 2:37, 38; 8:36-39; Romanos 6:2-5; Colosenses 2:12.

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El bautismo es la confesión pública de que seguimos a Jesús, y se lleva a cabo por medio de la inmersión en el agua. Antes de realizarlo debe preceder una instrucción cabal de las verdades bíblicas y un examen bautismal.
Por este motivo, el bautismo infantil sólo puede ser considerado como una institución humana, pues carece de fundamento bíblico.
Personas que no saben diferenciar entre lo bueno y lo malo, no serán admitidas al bautismo.
Antes de la recepción por bautismo o por votación, cada alma debe haberse separado de la iglesia o congregación a la cual pertenecía.
El bautismo será repetido cuando por primera vez no ha sido hecho en conformidad con la regla bíblica o si alguien recibió el bautismo en estado de ignorancia. Hechos 19:2-6.

19. La iglesia del Señor

Creemos que la cabeza de la iglesia es Cristo. La iglesia es una reunión de creyentes que han aceptado a Cristo como Salvador y Señor, y viven según su doctrina y sus mandamientos. Efesios 5:23; 4:15; Colosenses 1:18.
Los miembros de iglesia son preparados para la eternidad en la escuela de Cristo, mediante la doctrina que tienen en común, las experiencias, el consejo y las amonestaciones. 1 Timoteo 3:15.
La norma inalterable en la vida y obra de la iglesia son las Sagradas Escrituras. Ellas contienen el gran divino documento de justicia y amor: los Diez Mandamientos que fueron vividos en forma práctica por Jesús. Precisamente por medio de éstos, fue posible reconocer en todos los tiempos a la iglesia remanente así como la apostasía. Apocalipsis 12:17; 14:12.

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«La iglesia es el medio señalado por Dios para la salvación de los hombres. Fue organizada para servir, y su misión es la de anunciar el Evangelio al mundo.» -Los Hechos de los Apóstoles, pág. 9.
Para que puedan ser la luz del mundo Jesús rogó en su oración sumo sacerdotal por la unidad de sus seguidores. Juan 17:21; Efesios 4:16.
Creemos que por amor a Dios y a su pueblo, todos los miembros de la iglesia observarán el orden establecido por ésta. Hebreos 13:7, 17; 1 Tesalonicenses 5:12, 13. (Nota: En relación al orden y organización de la iglesia remitimos al Manual de Iglesia.)

20. El lavamiento de los pies

Creemos que el lavamiento de los pies debe preceder a la Cena del Señor. Prepara el corazón para servirnos los unos a los otros en humildad y amor, llevándonos, por lo tanto, a una estrecha comunión. Juan 13:1-17.

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«Estas palabras significaban más que la limpieza corporal. Cristo estaba hablando todavía de la purificación superior ilustrada por la inferior. … Cuando Jesús se ciñó con una toalla para lavar el polvo de sus pies, deseó por este mismo acto lavar el enajenamiento, los celos y el orgullo de sus corazones. Esto era mucho más importante que lavar sus polvorientos pies. Con el espíritu que entonces manifestaban, ninguno de ellos estaba preparado para tener comunión con Cristo. Hasta que fuesen puestos en un estado de humildad y amor, no estaban preparados para participar en la cena pascual o del servicio recordativo que Cristo estaba por instituir.» -El Deseado de Todas las Gentes, págs. 602, 603.

21. La Cena del Señor

Creemos que la Cena del Señor es una conmemoración de los sufrimientos ymuerte de Jesús.
El pan simboliza el cuerpo de Jesucristo, y el vino sin fermentar es símbolo de su sangre derramada. Mateo 26:26-28; 1 Corintios 10:16, 17; 11:23-26.
«Mientras comía la pascua con sus discípulos, instituyó en su lugar el rito que había de conmemorar su gran sacrificio. …
«Delante de él estaban los panes sin levadura que se usaban en ocasión de la Pascua. El vino de la Pascua, exento de toda fermentación, estaba sobre la mesa. Estos emblemas empleó Cristo para representar su propio sacrificio sin mácula. Nada que fuese corrompido por la fermentación, símbolo de pecado y muerte, podía representar al ‘Cordero sin mancha y sin contaminación’. » -El Deseado de Todas las Gentes, págs. 608, 609.

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Por disfrutar del pan y del vino no se efectúa el perdón de los pecados. Aquellos deben servir como conmemoración de los sufrimientos y muerte de Jesús para fortalecer a la iglesia.
La preparación incluye auto examen, reconocimiento, y confesión del pecado y una sincera tristeza por éste.
«Los ritos del bautismo y de la cena del Señor son dos columnas monumentales, una fuera de la iglesia y la otra dentro de ella. Sobre estos ritos, Cristo ha inscrito el nombre del verdadero Dios.» -Joyas de los Testimonios, tomo 2, pág. 389.
En la Cena del Señor sólo puede participar quien ha hecho el pacto con Dios por medio del bautismo y ha llegado a ser miembro de iglesia.
«Y Jehová dijo a Moisés y Aarón: Esta es la ordenanza de la pascua; ningún extraño comerá de ella» (Éxodo 12:43).

22. El Espíritu de Profecía

Creemos que en el Antiguo y en el Nuevo Testamento Cristo habló a su iglesia por medio de sus profetas. 2 Crónicas 20:20; 2 Pedro 1:19-21; Hebreos 1:1-3.
Las enseñanzas impartidas por el don de profecía tienen su origen en el cielo, y son la voz de Dios a su pueblo. El Señor ha dado este don a su iglesia para que sea respetado y obedecido, y llega a nosotros bajo la dirección del Espíritu Santo.
Según Apocalipsis 12:17 y 19:10, el Señor ha prometido el don de profecía a la última iglesia que guarda los mandamientos de Dios; y en cumplimiento a esta profecía el Señor suscitó este don entre su pueblo. Desde el año 1844 Dios utilizó a Elena G. de White como su mensajera para manifestar su voluntad a la iglesia y al mundo que perece. Por su obra oral y escrita, incontables personas han hallado el camino de la paz con Dios.

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Todas las características que identifican a un profeta llamado por el Señor, como fidelidad a la Palabra de Dios, fe en Jesús como Salvador, reconocimiento de los Diez Mandamientos y el fruto del Espíritu Santo, las encontramos en la vida y obras de esta mensajera de Dios; y su posición en relación a la Biblia la explica ella misma con las siguientes palabras:
«En su Palabra, Dios comunicó a los hombres el conocimiento necesario para la salvación. Las Santas Escrituras deben ser aceptadas como dotadas de autoridad absoluta y como revelación infalible de su voluntad. Constituyen la regla del carácter; nos revelan doctrinas, y son la piedra de toque de la experiencia religiosa. ‘Toda la Escritura es inspirada por Dios; y es útil para enseñanza, para reprensión, para corrección, para instrucción en justicia; a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, estando cumplidamente instruído para toda obra buena’ (2 Timoteo 3:16, 17, V.M.).» -El Conflicto de los Siglos, pág. 9.
En la iglesia de Dios han habido épocas en las que no sólo los hombres fueron llamados, sino también mujeres fieles para transmitir al pueblo de Dios mensajes y amonestaciones de importancia para la vida y la salvación. Por ejemplo: María (Éxodo 15:20), Débora (Jueces 4:4), Hulda (2 Reyes 22:14-16), Ana (Lucas 2:36), las hijas de Felipe (Hechos 21:9).
Por lo tanto, la verdadera iglesia estimará altamente este don, y recibirá y obedecerá con gratitud las enseñanzas que el Señor ha dado.
Cuando una iglesia desestima o menosprecia este don, menosprecia el camino por el cual Dios desea conducirla con seguridad y bendecirla. Proverbios 29:18; 2 Crónicas 20:20.

23. La reforma pro salud

-Salud y alimentación
Creemos que Dios creó perfecto al ser humano. Cuerpo, alma y espíritu pertenecen al Señor, y es su voluntad que las personas gocen de salud espiritual, mental y corporal. Por lo tanto, es nuestro deber observar las reglas divinas de salud, no sólo para nuestro bienestar, sino para poder servir mejor a la humanidad. Lucas 9:2; 1 Tesalonicenses 5:23, 24.
«La reforma pro salud es uno de los ramos de la gran obra que debe preparar un pueblo para la venida del Señor. Está tan estrechamente unida con el triple mensaje angélico como la mano con el cuerpo.» -Counsels on Health, págs. 20, 21.
Cuando el Creador asignó al ser humano su alimentación en el Paraíso, indicó cuál era la mejor base para ésta, a saber, la vegetariana. Los cereales, las frutas y los frutos oleaginosos forman la alimentación elegida por nuestro Creador. Génesis 1:29. Más tarde se añadieron las verduras. Génesis 3:18. Por lo tanto, nos abstenemos de todo tipo de carne (incluyendo aves, pescado y otras). Además, evitamos el consumo de bebidas alcohólicas y con cafeína (por ejemplo: bebidas de Cola), condimentos fuertes, quesos rancios y fétidos, café, té negro, tabaco, y todo tipo de estupefacientes. Desaconsejamos el uso combinado de leche y azúcar. 1 Corintios 6:19, 20.

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Como creyentes adventistas recibimos también, en relación al mantenimiento de nuestra salud, mucha luz a través de los Testimonios del Espíritu de Profecía. En primera línea tenemos que mantener nuestro cuerpo saludable a través de productos alimenticios sanos, que fueron establecidos para la primera pareja humana, y mediante la aplicación de remedios naturales. Pero si nos hemos enfermado a causa de influencias externas e insalubres, equivocada manera de vivir previamente, estrés y otros factores de la vida moderna, y necesitamos la ayuda médica, entonces deberíamos consultar, si fuera posible, a unmédico creyente. Especialmente en tales situaciones podemos apoyarnos en la promesa que Dios, el Señor, es nuestro médico y nos puede realmente ayudar y sanar. Se deben usar medicamentos sólo en casos de absoluta necesidad y esto con cautela. Éxodo 15:26.
«El aire puro, el sol, la abstinencia, el descanso, el ejercicio, un régimen alimenticio conveniente, el agua y la confianza en el poder divino son los verdaderos remedios. Todos debieran conocer los agentes que la naturaleza provee como remedios, y saber aplicarlos.» -Ministerio de Curación, pág. 89.
-El vestuario
Como creyentes adventistas somos también reformadores en el vestuario. No deberíamos llevar vestidos lujosos o noscivos para la salud, ni las aberraciones de la moda, que transgreden las leyes del pudor y contribuyen directamente a la difusión de las condiciones inmorales. Tampoco debemos usar calzado malsano.

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«Asimismo también las mujeres, ataviándose en hábito honesto, con vergüenza y modestia, no con cabellos encrespados, u oro, o perlas, o vestidos costosos, sino de buenas obras, como conviene a mujeres que profesan piedad» (1 Timoteo 2:9, 10). 1 Pedro 3:3-5; Isaías 3:16-24.

Los adornos exteriores, por medio de los cuales se atrae la mirada hacia quienes los llevan, no contribuyen a la honra del Señor.
Con respecto al cabello la Biblia nos dice lo siguiente: «La misma naturaleza ¿no os enseña que al hombre sea deshonesto criar cabello? Por el contrario, a la mujer criar el cabello le es honroso; porque en lugar de velo le es dado el cabello» (1 Corintios 11:14, 15).
En el corazón donde mora el amor de Jesús, cada creyente será un ejemplo en estas cosas.

24. Las autoridades

Creemos que las autoridades son ordenadas por Dios, y como ministros de Dios, tienen el deber de proteger el bien y castigar el mal. Romanos 13:3, 4.
Por lo tanto, nos sentimos obligados a cumplir nuestros deberes hacia ellas, mientras no seamos obligados a transgredir los mandamientos de Dios. Hechos 4:19; 5:29.
Jesús dijo: «Dad a César lo que es de César» (Mateo 22:21), y de acuerdo con esto, pagamos nuestros impuestos y contribuciones.
Creemos, además, que es necesario orar por las autoridades para que reine la paz y el orden entre los seres humanos; de modo que cada uno tenga libertad de vivir conforme a su fe, y la proclamación del Evangelio de Cristo no sea obstaculizada. 1 Timoteo 2:1, 2.
De acuerdo al sexto mandamiento, «No matarás» (Éxodo 20:13), y la doctrina de Jesús, no podemos, como seguidores suyos, tomar parte en ningún plan político, rebelión, derramamiento de sangre o guerra.

25. El juramento

Creemos de acuerdo a la Palabra de Dios que un juramento falso o innecesario es abominable a Dios. Mateo 5:34-37; Santiago 5:12.
Generalmente la palabra del verdadero creyente es, «Si, si; no, no«. Sin embargo, en concordancia con el Evangelio, el juramento necesario, es decir,llamar a Dios como testigo que lo que se ha dicho es la verdad, es permitido por Dios. Romanos 1:9; Deuteronomio 6:13; El Discurso Maestro de Jesucristo, págs. 58-61.

26. El Santuario

Creemos que en los tiempos del Antiguo Testamento el servicio en el santuario constituía el centro de culto, primero en forma de tienda desmontable y luego como templo. El santuario terrenal se dividía en el atrio, el lugar santo y el lugar santísimo. En el atrio se presentaban los sacrificios. Hebreos 9:1-7. A través de la sangre de los sacrificios el pecado era transferido al santuario, el cual era, por lo tanto, contaminado. Los sacrificios que se hacían a causa del pecado, señalaban a Jesús, «… El Cordero de Dios que quita el pecado del mundo» (Juan 1:29). Los sacerdotes eran instrumentos escogidos como mediadores entre Dios y los seres humanos.

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Una vez al año, en el gran día de la expiación, el santuario era purificado. El sumo sacerdote entraba en el lugar santísimo y asperjaba la sangre de la ofrenda por el pecado delante y sobre el arca del pacto. De esta manera se cumplían los requerimientos de la ley. Romanos 6:23. Después, como mediador, tomaba los pecados sobre sí y los llevaba afuera del santuario, donde eran colocados sobre un macho cabrío vivo el cual era llevado luego al desierto. Mediante este ceremonial se reconciliaba al pueblo, y el santuario era purificado. Levítico 16:15, 16, 20-22.
Este santuario en la tierra tenía su original en el cielo, en el cual Jesús es hoy el Sumo Sacerdote. Unicamente a través de su servicio mediador el creyente puede obtener el perdón, la justificación y la santificación. 1 Timoteo 2:5, 6; Hebreos 8:1-5; 9:11, 12, 15; Apocalipsis 11:19.
«El santuario en el cielo es el centro mismo de la obra de Cristo en favor de los hombres. Concierne a toda alma que vive en la tierra. Nos revela el plan de la redención, nos conduce hasta el fin mismo del tiempo y anuncia el triunfo final de la lucha entre la justicia y el pecado.
«La intercesión de Cristo por el hombre en el santuario celestial es tan esencial para el plan de la salvación como lo fue su muerte en la cruz. Con su muerte dio principio a aquella obra para cuya conclusión ascendió al cielo después de su resurrección. Por la fe debemos entrar velo adentro, ‘donde entró por nosotros como precursor Jesús’ (Hebreos 6:20).» -El Conflicto de los Siglos, pág. 543.

27. Las 2.300 tardes y mañanas

Creemos que las 2.300 tardes y mañanas de Daniel 8:14 representan un período de tiempo específico que llega hasta el tiempo del fin. Según el principio de un día por año, conforme al cual en las interpretaciones proféticas un día equivale a un año (Números 14:34; Ezequiel 4:6), los 2.300 días son años reales. De acuerdo con Daniel 9:24-27, este tiempo se inició con el tercer decreto para lareconstrucción de Jerusalén, emitido por el rey Artajerjes en el año 457 A.C. De esta cadena profética, la más larga de la Biblia, están separadas 70 semanas (es decir, 490 años). Este tiempo estaba destinado al pueblo judío y finalizó en el año 34 D.C., mientras que los restantes 1.810 años nos llevan al año 1844, «el tiempo del fin» (Daniel 8:17). En este año Jesús concluyó su servicio en el Lugar Santo y lo inició como Sumo Sacerdote en el lugar Santísimo.

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«Como en el servicio típico había una obra de expiación al fin del año, así también, antes de que la obra de Cristo para la redención de los hombres se complete, queda por hacer una obra de expiación para quitar el pecado del santuario. Este es el servicio que empezó cuando terminaron los 2.300 días. Entonces, así como lo había anunciado Daniel el profeta, nuestro Sumo Sacerdote entró en el lugar santísimo, para cumplir la última parte de su solemne obra: la purificación del santuario. …
«En el rito típico, sólo aquellos que se habían presentado ante Dios arrepintiéndose y confesando sus pecados, y cuyas iniquidades eran llevadas al santuario por medio de la sangre del holocausto, tenían participación en el servicio del día de las expiaciones. Así en el gran día de la expiación final y del juicio, los únicos casos que se consideran son los de quienes hayan profesado ser hijos de Dios. …
«Acompañado por ángeles celestiales, nuestro gran Sumo Sacerdote entra en el lugar santísimo, y allí, en la presencia de Dios, da principio a los últimos actos de su ministerio en beneficio del hombre, a saber, cumplir la obra del juicio y hacer expiación por todos aquellos que resulten tener derecho a ella.» -El Conflicto de los Siglos, págs. 474, 534.
Conforme al servicio en el santuario terrenal, Jesús inició en ese tiempo en el Lugar Santísimo del santuario celestial la obra final. Al mismo tiempo se efectúa el juicio investigador (Daniel 7:9, 10, 13), se decide quién de los muchos que descansan en la tierra es digno de tomar parte en la resurrección para vida y quién de entre los vivos para la transformación y entrada en la gloria eterna; la clausura de este servicio de expiación es al mismo tiempo el fin del tiempo de gracia.

28. La predicación del Evangelio

Creemos en la gran comisión misionera de Jesús: «Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo» (Mateo 28:18-20).

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Consideramos como un privilegio y un deber poder cooperar en la propagación oral y escrita del Evangelio en todo el mundo. Mateo 11:29, 30; 24:14; Marcos 16:15, 16; Hechos 1:8; Apocalipsis 14:6-12.

29. Los medios para la propagación del Evangelio

Creemos que Dios es el propietario de la tierra. «De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan» (Salmo 24:1). Él nos ha constituido como sus administradores. Cada creyente tiene el privilegio y el deber de entregar el diezmo de todos sus bienes e ingresos, con los cuales Dios le ha bendecido.
El diezmo sirve para el sostenimiento de los mensajeros que se encuentran al servicio de la obra de Dios y para la difusión del Evangelio. Ya que el diezmo es propiedad de Dios, el Señor considera la retención del mismo como robo. Génesis 28:22; Nehemías 13:10-12; Malaquías 3:6-12; Mateo 23:23; Hebreos 7:4-9; 1 Corintios 9:13, 14.

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«El plan de Dios en el sistema del diezmo es bello en su sencillez y equidad. Todos pueden aceptarlo con fe y valor, porque su origen es divino. En él se combinan la sencillez y la utilidad, y no requiere profundo saber para comprenderlo y ejecutarlo. Todos pueden sentir que les es posible hacer una parte en promover la preciosa obra de salvación. Cada hombre, mujer y joven puede hacerse tesorero del Señor, y puede ser un agente para suplir las demandas hechas a la tesorería.» -Obreros Evangélicos, pág. 235.
«Además del diezmo, el Señor exige las primicias de todas nuestras ganancias.»-Joyas de los Testimonios, tomo 3, pág. 35.
También otras ofrendas como: las ofrendas misioneras, las ofrendas de agradecimiento, las ofrendas de Escuela Sabática, las ofrendas para un propósito especial y las ofrendas de pobres, sirven para la proclamación y el apoyo de la obra del Evangelio.
Con las ofrendas mencionadas expresamos nuestro profundo agradecimiento por las bendiciones y benevolencia de Dios. La fidelidad y exactitud en la entrega de los diezmos y ofrendas nos da la posibilidad de crecer en el amor, nos ayuda a vencer el egoísmo y la codicia, y serán recompensadas con la bendición del cielo. 2 Corintios 9:6, 7; Hechos 20:35.

30. Los mensajes de los tres ángeles

Proclamados a todas las naciones, tribus y pueblos.
El mensaje del primer ángel señala el Evangelio eterno y anuncia que la hora del juicio ha llegado. Exhorta a todas las personas a temer al Dios Creador, a darle honra y adorarle (Apocalipsis 14:6, 7).
El mensaje del segundo ángel anuncia la caída de Babilonia. A través de los siglos se formaron falsos sistemas religiosos contrarios a las Escrituras que condujeron a una gran confusión (Babilonia). Esta se mostró especialmente en que las iglesias de mediados del siglo XIX rechazaron el mensaje bíblico de la cercana venida de Cristo.
El mensaje del tercer ángel señala las consecuencias de aceptar falsos sistemas religiosos. Contiene la más terrible amenaza que Dios jamás haya dirigido a los seres humanos. La marca de la bestia (domingo), según Apocalipsis 14:9-12, se encuentra en contraposición al cuarto mandamiento (sábado) de la Biblia. Éxodo 20:8-11. La atención de la humanidad es dirigida a la Ley de Dios y especialmente al mandamiento del sábado (el sello de Dios).

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El propósito de este último mensaje de gracia es señalar a la humanidad la validez de todos los Diez Mandamientos de Dios y preparar a un pueblo para la segunda venida de Jesucristo. También señala que la hora del juicio ha comenzado, y la liberación de la culpa del pecado es posible únicamente a través de Jesucristo. Estos tres mensajes que son simbolizados por los tres ángeles, ocasionan una reforma que lleva al arrepentimiento y a la conversión. Las características son claras: «Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen la fe de Jesús» (Apocalipsis 14:12).
Todos los que menosprecien este llamado de gracia sufrirán los anunciados castigos divinos, que serán derramados sobre ellos en las siete últimas plagas. Apocalipsis 16.
La proclamación del triple mensaje angélico ha comenzado con el nacimiento del Movimiento Adventista y tendrá su conclusión con el fuerte pregón del tercer ángel.

31. El fuerte pregón y el ángel de Apocalipsis 18

Creemos que el fuerte pregón del tercer ángel tuvo su inicio en el año 1888 en el congreso de Minneapolis con el mensaje «Cristo nuestra justicia». Esto fue el comienzo de la «luz» del ángel de Apocalipsis 18:1-4.
«El tiempo de prueba está precisamente delante de nosotros, pues el fuerte pregón del tercer ángel ya ha comenzado en la revelación de la justicia de Cristo, el Redentor que perdona los pecados. Este es el comienzo de la luz del ángel cuya gloria llenará toda la tierra.» -Mensajes Selectos, tomo 1, pág. 425.
«Cristo nuestra justicia» «… es el mensaje que Dios ordenó que fuera dado al mundo. Es el mensaje del tercer ángel, que ha de ser proclamado en alta voz y acompañado por el abundante derramamiento de su Espíritu.» -Testimonios para los Ministros, pág. 92.
Mientras la proclamación del tercer mensaje angélico crece hasta convertirse en un fuerte pregón, viene otro ángel para unirse a esta obra.
«El ángel que une su voz a la proclamación del tercer mensaje, alumbrará toda la tierra con su gloria. Así se predice una obra de extensión universal y de poder extraordinario. …
«Esta obra será semejante a la que se realizó en el día de Pentecostés. Como la ‘lluvia temprana’ fue dada en tiempo de la efusión del Espíritu Santo al principio del ministerio evangélico, para hacer crecer la preciosa semilla, así la ‘lluvia tardía’ será dada al final de dicho ministerio para hacer madurar la cosecha.» -El Conflicto de los Siglos, pág. 669.
Muchos no aceptaron el mensaje «Cristo nuestra justicia» y ésto tuvo graves consecuencias. Cuando estalló la Primera Guerra Mundial (1914-1918) había una severa crisis. El cuarto y el sexto mandamiento fueron transgredidos abiertamente, pero, algunos miembros permanecieron fieles a los Diez Mandamientos y siendo guiados por el Espíritu del Señor, llevaron adelante, simultáneamente, en varios países, una obra de reforma.
De hecho, son los fieles o el remanente profetizado de Apocalipsis 12:17; 14:12 y 3:14-22, a quienes Dios usará en la finalización de su obra para dirigir el último mensaje de amonestación al mundo.
«El capítulo 18 de Apocalipsis indica el tiempo en que, por haber rechazado la triple amonestación de Apocalipsis 14:6-12, la iglesia alcanzará el estado predicho por el segundo ángel, y el pueblo de Dios que se encontrare aún en Babilonia, será llamado a separarse de la comunión de ésta. Este mensaje será el último que se dé al mundo y cumplirá su obra. …

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«Pero Dios tiene aún un pueblo en Babilonia; y antes de que los juicios del cielo la visiten, estos fieles deben ser llamados para que salgan de la ciudad y que no tengan parte en sus pecados ni en sus plagas. De ahí que este movimiento esté simbolizado por el ángel que baja del cielo, alumbrando la tierra y denunciando con voz potente los pecados de Babilonia. Al mismo tiempo que este mensaje, se oye el llamamiento: ‘Salid de ella, pueblo mío’. Estas declaraciones, unidas al mensaje del tercer ángel, constituyen la amonestación final que debe ser dada a los habitantes de la tierra.» -El Conflicto de los Siglos, págs. 441, 662.

32. El sellamiento de los 144.000

Creemos que la Biblia describe dos clases de redimidos, es decir, la gran multitud que comienza con Adán y llega hasta el fin del tiempo de gracia, y un grupo de 144.000 en número.
La obra del sellamiento de los 144.000 comenzó con el anuncio del tercer mensaje angélico. Los sellados prueban su fidelidad por su obediencia a los Diez Mandamientos. Se distinguen por la observancia del sábado, el cual constituye el sello de Dios. Creemos que el sellamiento durará hasta la conclusión del tiempo de gracia y el Israel espiritual será reunido de todos los pueblos, tribus y lenguas. Apocalipsis 7:2-8; 14:1-5.
El sello de Dios es una señal de la redención. Todos aquellos que eligen a Jesucristo como su Salvador y se someten a su dirección experimentarán un cambio en su carácter. Recibirán su justicia y bajo la influencia del Espíritu Santo serán cada vez más semejantes a Cristo y llevarán los frutos de la obediencia. Uno de los frutos es la observancia del santo sábado, el cual es denominado sello o señal de vinculación entre Dios y los creyentes. Ezequiel 20:12, 20.

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Los sellados que han muerto serán resucitados mediante una resurrección especial poco antes del regreso de Cristo, y se unirán con los sellados vivos. Juntos oirán la voz de Dios proclamar el pacto de paz con su pueblo. Como «primicias» de la redención atestiguarán la segunda venida de Cristo y verán resucitar la gran multitud junto con quienes ascenderán para ser recibidos por Cristo. Daniel 12:1, 2; Apocalipsis 1:7.
«La señal o sello de Dios se revela en la observancia del séptimo día, monumento recordativo de la creación por el Señor. …
«La marca de la bestia es lo opuesto a esto: la observancia del primer día de la semana. …
«De los diez mandamientos, sólo el cuarto contiene el sello del gran Legislador, Creador del cielo y de la tierra.» -Joyas de los Testimonios, tomo 3, págs. 232, 17.

33. La segunda venida de Jesús

Creemos que la segunda venida de Jesucristo será visible y audible para todos los seres humanos. Apocalipsis 1:7; Mateo 24:30; Marcos 13:26, 27; Hechos 1:9-11; 1 Tesalonicenses 4:16, 17.
Los hijos de Dios de todos los tiempos han esperado con ansia este glorioso acontecimiento. Enoc «el séptimo desde Adán» predicó ya sobre este evento; Abrahán «esperaba una ciudad, de la cual Dios era el arquitecto y creador»; los profetas la profetizaron, y Jesús dio la seguridad inamovible de su segunda venida para buscar para sí a su esposa, la iglesia. Mateo 5:8; Judas 14, 15; Hebreos 11:8-10; Juan 14:1-3.
Los que hayan esperado la segunda venida de Jesús, exclamarán llenos de alegría ante su aparición: «… He aquí éste es nuestro Dios, le hemos esperado, y nos salvará; éste es Jehová a quien hemos esperado, nos gozaremos y nos alegraremos en su salvación» (Isaías 25:9).

 

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La segunda venida de Jesucristo forma el punto culminante del plan de salvación. Los creyentes vivos y resucitados serán arrebatados para recibir al Señor Jesús en las nubes y estar siempre con Él.
Las señales de los tiempos que Jesús mencionó en Mateo 24, Lucas 21 y Marcos 13, nos muestran que el regreso de Cristo está muy cerca. 2 Pedro 3:9-12; 1 Tesalonicenses 5:2-7; 2 Timoteo 3:1-5; Apocalipsis 19:7, 8.
El día y la hora de su venida están encubiertos para nosotros (Mateo 24:36), por lo tanto debemos estar siempre preparados. Mateo 24:42-44.

34. El estado de los muertos

Creemos que la muerte es la paga del pecado. Durante la muerte el ser humano no sabe nada. Jesús compara la muerte con un sueño. Juan 11:11-14.
Todos los seres humanos que han muerto, hayan sido buenos o malos, se encuentran en un estado inconsciente. Eclesiastés 9:5, 6; Job 14:12.

 

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Sólo Dios, el único ser inmortal, regalará la vida eterna a los redimidos en la resurrección. 1 Timoteo 6:15, 16; 1 Tesalonicenses 4:13-17; 1 Corintios 15:51-55.

35. La resurrección

Creemos que en la segunda venida de Cristo los muertos justos resucitarán en un estado inmortal, y juntamente con los santos vivos serán arrebatados al encuentro del Señor Jesús. 1 Tesalonicenses 4:13-18; Romanos 6:5; 1 Corintios 15:51-53; Apocalipsis 20:6.

 

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Los impíos resucitarán mil años después para recibir su sentencia final. Apocalipsis 20:5 primera parte.

36. Los mil años

Creemos que los mil años forman el período de tiempo entre la primera y la segunda resurrección.
«A la venida de Cristo los impíos serán borrados de la superficie de la tierra, consumidos por el espíritu de su boca y destruídos por el resplandor de su gloria.» -El Conflicto de los Siglos, pág. 715. 2 Tesalonicenses 1:6-8; 2:8; Isaías 24:12, 22.
En este tiempo no existirá vida humana sobre nuestra tierra. Debido apoderosas catástrofes naturales la tierra se encuentra en una condición de absoluta devastación. Jeremías 4:23, 24; 25:32, 33.
Durante los mil años los santos vivirán y gobernarán con Cristo en el cielo y llevarán a cabo el juicio sobre los ángeles caídos y los impíos. La tierra se encontrará en una condición desolada. Sólo Satanás y sus ángeles vivirán allí. (-El Conflicto de los Siglos, pág. 717; Apocalipsis 20:1-3).
Al final de los mil años vendrá Jesús con todos los santos a esta tierra. Entonces los impíos serán resucitados de la muerte. Luego la santa ciudad, descenderá, y Satanás y sus ángeles, con los impíos resucitados, la rodearán. Dios dejará caer fuego del cielo y los pecadores y el pecado serán destruidos eternamente, con lo cual la tierra será purificada. Apocalipsis 20:4, 5 primera parte, 7-10; Malaquías 4:1, 3.

37. La patria de los redimidos

Creemos que después de los mil años el Señor renovará el cielo y la tierra, y esta nueva tierra será la patria de los salvados. La nueva Jerusalén será la capital de este reino eterno y el Rey de Reyes tendrá su trono en ella. Isaías 45:18; 65:17; Apocalipsis 21:1-3.

Por el sabiamente establecido plan de salvación, fundado sobre el amor eterno de Dios, todos los redimidos, libres de la amenaza de la enfermedad, el sufrimiento y la muerte, podrán gozar ante la eterna presencia de Dios. Isaías 65:25; 2 Pedro 3:13.

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«Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas» (Apocalipsis 21:3-5).

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